viernes, 18 de septiembre de 2009

Comunismo Primitivo

En cierto sentido la revolución neolítica fue progresista para el desarrollo de las fuerzas productivas, para la vida de los hombres concretos supuso, sin embargo, trabajo hasta la extenuación, acaparamiento, desconfianza mutua y egoísmo. Sin embargo, regresar a la infancia del hombre, además de imposible, es indeseable.
Entre los argumentos más frecuentemente esgrimidos contra el socialismo, llama la atención (por su frecuencia pero también por su falta de fundamento) aquel de que el-hombre-es-egoísta-y-las-cosas-siempre-han-sido-así. Esta idea es fácilmente refutable teniendo en cuenta que, aun siendo eso cierto, con más motivo habría que establecer normas que frenaran una tendencia así, de igual modo que es necesario cercenar la libertad del hombre para violar o asesinar semejantes.
Pero no sólo es fácilmente refutable a un nivel filosófico, sino que el propio análisis de la Historia de la humanidad demuestra que, como decía Sartre, el hombre no es ni bueno (Rousseau) ni malo (Hobbes) por naturaleza: el hombre no nace, sino que se hace. Efectivamente, se equivocaba Hobbes y la vida anterior al Estado no era, en absoluto, “la guerra de todos contra todos”.

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